Leo con estupor sobre el emotivo adiós al cabo español que murió en Afganistán. Todos los medios se hacen eco de la noticia, todos están juntos en el dolor: el Presidente, los ministros, el líder de la oposición, la Iglesia, los altos mandos del ejército, y, por supuesto, el príncipito y el rey.
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Y joder, es que es emotivo sí, pero... ¿no es ese el trabajo de los militares? ¿No es el riesgo intrínseco a dicha profesión? Si me hago basurero es posible que me huela mal la ropa, si me hago pintor, es seguro que me manche las manos, si me hago cirujano, es probable que se me muera un paciente en la mesa de operaciones... y si me hago militar, es posible que me hieran o me maten si estoy en zona guerra. Pero claro, si soy militar tengo la vida solucionada porque nunca me quedaré en el paro sin haber estudiado, sin haber trabajado.
¿Por qué entonces tanto alboroto? ¿Por qué tanto rollo? ¿Por qué tantos quieren arrimar la cebolleta y salir en la foto? Sí, es siempre es una tragedia que se muera una persona, pero cualquier persona, no sólo los militares. Dicho ésto, ¿es menos o más trágico que se caiga un obrero de un andamio porque el patrón está ahorrando en medidas de seguridad? Y éstos también mueren desempeñando su labor, haciendo su trabajo, todos son igual de personas, igual de españoles (bueno, quizá ése sea rumano). Pero el rey no acude a sus funerales, al obrero no se le condecora póstumamente, no se les hace funeral de Estado.
Va siendo hora de que cada uno ocupe con dignidad su sitio, que el cirujano sepa que se le puede morir un paciente, que el pintor sepa que tendrá que lavarse al llegar a casa, el basurero que sepa que tendrá que trabajar con un mono, el militar que le pueden matar en un país invadido, y que el obrero que se cae del andamio sepa que el rey de todos los españoles no acudirá a su funeral, que nadie querrá hacerse fotos con su viuda y sus hijos, y que nadie sabrá jamás su nombre.
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