La telebasura del siglo XXI
Autor: Lerrimer | Categorías: bilis, dineros, palabros, social, televisión
Hace ya algunos años que surgió el término telebasura. La telebasura es, generalmente, todo aquello que emiten las cadenas privadas generalistas y que incluyen, íntrinsecamente, conceptos ineludibles como la pseudociencia, rellenando horas y horas de programación con retazos de otros programas, lo que se denominan programas contenedores, o personajes, más bien personajillos, salidos de telerrealidad o prensa rosa-sensacionalista.
La telebasura tiene sus orígenes en la televisión de los 80 en Estados Unidos, ampliando el fenómenos al resto de países en la década de los 90. La violencia, tanto verbal como física, contenida en debates de poco trasfondo era su seña de identidad.
"¡Voy a forrarme riéndome de deficientes mentales por la tele. Yuhu!"
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Sin embargo, España es el país líder en telebasura, rizando el rizo hasta límites insospechados. La cadena bandera de este tipo de televisión es Telecinco, la cadena amiga, aunando las caracterísitcas americanas (violencia) con las propias italianas, el sexo. Y es que desde bien entrada la mañana nos encontramos con esta espiral del morbo: magazines matinales que inician un debate esteril para luego deslizarlo en tertulias en otras franjas horarias e incluso informativos. Es decir, programación de telebasura sin descanso, desde por la mañana a la noche.
Los grandes pensadores que hay detrás de las parrillas recurren una y otra vez a la misma justificación para este sinsentido: es lo que demanda la audiencia. Me parto. ¿Es la audiencia la que reclama semejante mierda, o es la mierda la que alimenta la audiencia? El verdadero aliciente detrás de la telebasura es, como todo en esta vida, el dinero.
Y es que la publicidad tiene muchísimo protagonismo en los programas telebasura: Despedir el programa justo después de un corte publicitario para que así el espectador no cambie de canal, interrumpir historias o reportajes con publicidad, volviendo después incluso a otros reportajes para alargarlo más aún, anunciar un acontecimiento y retrasarlo para ampliar la oferta publicitaria, alargar capítulos de series que no deberían durar más de 30 minutos, plagar de publicidad el plató del programa (publicidad indirecta), emitir reportajes que en realidad son publirreportajes, que además, cada vez son más burdos y menos subliminales, incluso en los telediarios, publicidad interactiva con mensajes de móviles, y un amplio etcétera.
Debido a la financiación de la telebasura por medio de la publicidad, en 2005 la Unión Europea aprobó la Directiva Televisión sin Fronteras, encargada de velar tanto la divulgación como el contenido en franjas horarias concretas (el tan manido 'horario infantil') y controlar la duración de los cortes publicitarios. La legislación de por aquel entonces limitaba dichos cortes a spots de 12 minutos y un 20% como máximo de la programación, y de frecuencia no inferior a 30 minutos, bajo multa de 8 millones de euros ¿Alguien conoce alguna cadena que lo cumpla? Normal, me gustaría saber qué pasaría si en lugar de 8 millones, la multa ascendiera a 500.
En cualquier caso, y para que no quepa ninguna duda, el año pasado, por presiones económicas (los grandes "mass media" europeos tienen el verdadero poder) el Parlamento Europeo flexibilizó aún más la normativa de la directiva TSF, bajo el antifaz de la promulgación de las nuevas tecnologías digitales.
Como resultado tenemos la parrila de las cadenas privadas, Telecinco y Antena3 a la cabeza, plagada de telerrealidad, tertulias, debates (griterío más bien), programas del corazón pintados de "actualidad", y publicidad, por sobre todo lo demás. Y el camino de la TDT, el cable y la televisión de pago van por el mismo camino.
¿A alguien le extraña que Telecinco haya anunciado su nuevo programa Mujeres y hombres y viceversa con famosos? ¿A alguien le sorprende que ante su falta de escrúpulos se querellen contra aquellos que les denuncian por eso mismo? Por lo menos en Sé lo que hicistéis siguen dándoles cera, y menos mal, porque ya sólo nos queda apagar la televisión, que por otro lado, no estaría mal.
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